Ética en Demócrito

¿Qué podemos aprender de la ética en Demócrito?




Demócrito, perteneciente a Abdera, de Grecia, es considerado el padre de la física y la ciencia moderna, sus contribuciones acerca de los átomos y el vacío marcaron un antes y un después en la historia de la humanidad. Mucho se habla del atomismo, sin embargo, poco se habla de su ética, por lo cual, este artículo tratará de demostrar que en el ámbito de la moral Demócrito tampoco se quedaba atrás. Incluso encontramos presagios de lo que sería la ética aristótelica más adelante: «Bueno es en todo lo mediano; el exceso y el defecto no me lo parecen.» 

𝟭. 𝗘𝗹 𝗯𝘂𝗲𝗻 𝗮𝗻𝗶𝗺𝗼 (𝗲𝘂𝘁𝗵𝘆𝗺𝗲):

El buen ánimo (euthyme) es considerado el sentimiento fundamental en la ética de Demócrito. Euthyme suele traducirse cómo buen ánimo, confianza, alegría, tranquilidad de ánimo y contentamiento. De acuerdo al testimonio del historiador Diógenes Laercio, euthyme es el fin (supremo) de la ética democrítea: 

«El fin (supremo) es el buen ánimo (euthyme), que no es la misma cosa que el placer, como lo han pensado algunos que lo malentendieron, sino aquel estado mediante el cual el alma se mantiene calma y estable, imperturbada por el temor, la superstición o por cualquier otra pasión. También lo llama el estar bien y le da muchos otros nombres.»

¿Cómo lograr el buen ánimo o ánimo sereno? Esto es algo que Demócrito responde en varios fragmentos.

A) Contentamiento y mesura:

De acuerdo a Demócrito, para lograr el buen ánimo (euthyme) tenemos que tener mesura. Para alcanzarla, hemos de estar contentos con lo que tenemos y no compararnos con los que tienen más riquezas y honores que nosotros, sino con los que tienen menos cosas que nosotros, de manera que lo nuestro nos parecerá grande e envidiable. Así, Demócrito parece contraponer el deseo y el contentamiento, en palabras del abderita:

«Las almas conmovidas por grandes alteraciones no son ni equilibradas ni de ánimo sereno. Así pues, hay que tener la mente atenta a lo posible y contentarse con lo que está al alcance, prestando poca atención a los que son envidiados y admirados, y no preocuparse de ellos, sino observar las vidas de los que pasan apuros y lo mucho que sufren, de tal modo que lo que tienes te parecerá grande y envidiable, y ya no tendrás pesar en tu alma por el ansia de otras cosas más.» (DK 68 B 191).

El fragmento termina así: «Con estos pensamientos llevarás una existencia más ecuánime y así rechazarás de tu vida no pocas calamidades: envidia, ambición, y amargura.» Puesto que, según el filósofo: «El envidioso se atormenta a sí mismo como a un enemigo.» Es el contento quien vive afortunado: «Afortunado el que vive contento con moderadas riquezas y desafortunado quien vive pesaroso con muchas.»

El apetito es lo que determina la carencia o la satisfacción, de esa manera, no es pobre quién no siente una carencia, puesto que no desea muchas cosas, pues el deseo pequeño hace que pocas cosas nos parezcan grandes y nos hace conformarnos: 

«Pobreza, riqueza: nombres de la necesidad y del hartazgo. Pues no es rico el que siente una carencia ni pobre el que no la siente.» En otro fragmento sostiene: «Si no deseas muchas cosas, unas pocas te parecerán muchas. Pues un apetito pequeño hace la pobreza tan fuerte como la riqueza.»

B) Emprender acciones justas:

No sólo un codicioso o deseoso no puede alcanzar el buen ánimo o ánimo sereno, sino tampoco el hombre ruin que no realiza acciones justas:

«Quien tiene ánimo sereno al emprender acciones justas y legales está alegre despierto y en sueños, y se siente fuerte y liberado de inquietudes. Pero quien no tiene en cuenta la justicia y no hace lo que debería, a ése todas las cosas le causan disgusto cuando las rememora, y vive temeroso y se lastima a sí mismo.» 

Tal como Aristóteles menciona en su obra magna Ética a Nicómaco o Sócrates en sus diálogos, es el que comete una injusticia más desdichado que quién la sufre: «Quien comete injusticia es más desdichado que el que la sufre.» Pero, también desear cometerla es malo, menciona Demócrito: «Enemigo no es el que comete una injusticia, sino el que lo desea.» Asimismo, aquel que emprende acciones justas tiene un premio, pero este premio es un premio interior, la tranquilidad:

«El premio de la justicia es la tranquilidad y seguridad de la conciencia, el de la injusticia el temor, marca de la desdicha.»

El mismo Séneca, quizás la figura más importante del Estoicismo romano, fue claro en decir que quién obra mal, no tiene la consciencia tranquila por la acción incorrecta que ha cometido:

«Una gran parte de nuestra seguridad radica en no cometer injusticia alguna: los prepotentes llevan una vida turbia y desordenada; temen en la misma medida en que hacen daño y no descansan en ningún momento. En verdad, tiemblan cuando han obrado el mal y andan perplejos. Su conciencia no les permite ocuparse, de otra cosa y en seguida les obliga a responder ante su juicio. El castigo lo expía quien lo espera y lo espera quien lo ha merecido.»

C) No hacer demasiado:

De acuerdo a Demócrito, para tener ánimo sereno no conviene hacer muchas cosas, ni tampoco las que estén por encima de nuestras capacidades:

«Es necesario que el que pretenda tener ánimo sereno no haga muchas cosas, ni en privado ni en público, ni en cuanto quiera hacer elija algo que está por encima de su capacidad y su naturaleza. Al contrario, ha de tener tal precaución que, incluso siéndole favorable la fortuna y llevándole más allá de lo esperado, se contenga y no se precipite más allá de lo posible. Pues una carga moderada es más fácil de soportar que la de peso excesivo.»

La vida es corta, menciona Demócrito, por consiguiente hemos de tener un bienestar modesto: «Hay que reconocer que la vida humana es frágil y de breve duración, perturbada por numerosas calamidades y fracasos, de modo que uno ha de cuidarse de lograr un bienestar modesto y medir la dificultad de lo necesario.»

𝟮. 𝗘𝗹 𝘀𝗼𝗯𝗿𝗲𝗹𝗹𝗲𝘃𝗮𝗿 𝗹𝗮𝘀 𝗰𝗼𝗺𝗽𝗹𝗶𝗰𝗮𝗰𝗶𝗼𝗻𝗲𝘀 𝘆 𝗹𝗮 𝗽𝗿𝗲𝗳𝗲𝗿𝗲𝗻𝗰𝗶𝗮 𝗲𝗻 𝗹𝗼𝘀 𝗽𝗹𝗮𝗰𝗲𝗿𝗲𝘀:

Demócrito, al igual que muchos estoicos y cínicos, resalta la paciencia del hombre virtuoso ante las injurias de los insensatos: «Magnanimidad es soportar serenamente una ofensa.» 

La valentía o fortaleza, virtud que luego sería un eje fundamental tanto en la ética aristótelica y estoica, tiene un valor esencial en la ética democrítea, la cual nos hace soportar los infortunios: «La valentía disminuye las catástrofes.» Asimismo, para Demócrito, la valentía no es sólo derrotar a los guerreros, sino vencer la pasión del deleite: «Valiente es no sólo quien derrota a los guerreros, sino también el que vence a los placeres. Algunos dominan ciudades, pero son esclavos de sus mujeres.»  

Al igual que Senéca, quien en una de sus "Cartas a Lucilio" sostiene que el sabio no se sentirá turbado al experimentar la pobreza: «Una gran parte de la libertad está en el vientre bien morigerado y capaz de soportar las privaciones.» El filósofo de Abdera afirma también: «Sufrir animosamente la pobreza es propio del sabio.» Puesto que la felicidad no está en las cosas, sino en la rectitud y sagaz inteligencia del sabio: «Los hombres no consiguen la felicidad por sus cuerpos ni sus riquezas, sino por su rectitud y su sagaz inteligencia.»

Asimismo, hay que quitar de nuestra alma la tristeza errática a partir de la razón: «Expulsa con tu razón la errática tristeza de tu alma abotargada.»

La pena, menciona el abderita, es debido a situar nuestros placeres en asuntos perecederos o cosas mortales, por ello no se vive con buen ánimo: 

«Lo mejor para el ser humano es pasar la vida con buen ánimo el mayor tiempo posible y estar apenado lo menos posible. Y eso puede lograrse si uno no sitúa sus placeres en asuntos perecederos.» Puesto que: «Quien elige los bienes del alma elige los más divinos; quien elige los del cuerpo elige los más humanos.» Así, parece que el abderita da mayor preferencia a los placeres espirituales que a otra clase de placeres.

Por ello, Demócrito lanza una advertencia acerca de los placeres corporales, catalogando tales placeres como placeres cortos en DK 68 B 235 : 

«Cuantos hacen del vientre su placer excediendo la medida en comidas, bebidas o sexo, no obtienen sino placeres pequeños y breves, mientras comen o beben, y sí muchos dolores. Porque el deseo de esas cosas está siempre presente y cuando alcanzan lo que desean, el placer pasa presto y no queda nada bueno más que un pequeño goce, y luego otra vez se necesitan las mismas cosas.»

Esta preferencia en lo que se refiere a placeres, se puede notar más en el siguiente fragmento de Demócrito, el DK 68 B 207:

«No hay que elegir cualquier placer, sino sólo el de lo bello.» 

Además, al observar las obras bellas, es donde se pueden hallar los mayores goces:

«Los mayores goces surgen de contemplar las obras bellas»

𝟯. 𝗟𝗮 𝘀𝗮𝗯𝗶𝗱𝘂𝗿𝗶𝗮, 𝗶𝗻𝘁𝗲𝗿𝗶𝗼𝗿𝗶𝗱𝗮𝗱 𝘆 𝗹𝗮 𝗮𝗰𝗰𝗶𝗼𝗻:

La 𝘀𝗮𝗯𝗶𝗱𝘂𝗿𝗶𝗮 se trata de un concepto fundamental en la ética en Demócrito, ésta virtud dianoética es lo que elimina la inseguridad de fama y riqueza, cura las pasiones y saca de sí los placeres. El papel principal de la sabiduría se menciona en DK 68 B 83:

«Hay que ejercitarse en la atención plural y no en los muchos conocimientos.»

Asimismo, de la cordura (sabiduría práctica), que aparece en los fragmentos de Demócrito como tritogenia, procede el buen consejo, el hablar impecable y hacer lo que se debe.

La 𝗶𝗻𝘁𝗲𝗿𝗶𝗼𝗿𝗶𝗱𝗮𝗱 en Demócrito se compone por la conciencia, que podríamos tomar como aquel dicho de Heráclito que dice: «Me he conocido a mí mismo.» Porque para Demócrito es más importante la crítica de las propias faltas que las ajenas, así cómo el avergonzarte ante ti mismo más que ante los otros y hacerlo con el fin de nunca cometer una acción indebida. La intención también resulta fundamental en la interioridad, porque: «Bueno es, no es el que no hace el mal, sino el que no tiene intención de hacerlo.» Dado que la intención es un criterio de la valoración moral:

«El hombre a toda prueba lo mismo que el reprobable se distingue no sólo por lo que hacen, sino por sus intenciones.»

Esta idea, es desarrollada de mejor manera en 68 B 181, acercándose a una ética autónoma:

«Mejor para la virtud resulta servirse del estímulo y la fuerza persuasiva de la razón que de la ley y la constricción. Pues quien es impedido de hacer el mal por la ley probablemente lo hará en secreto, en tanto que quien es llevado a cumplir el deber por obra de la persuasión no cometerá ni secreta ni abiertamente algo indebido. Por ello, quien actúa rectamente como resultado de su comprensión y su sabiduría, llega a ser al mismo tiempo valiente y franco.»

Por último, el deber y la justicia, de acuerdo a Demócrito hay que abstenerse de hacer el mal no por temor sino por el deber, realizarlo incluso en medio de la desgracia y no mirar la recompensa, puesto que: 

«Bondadoso no es el que mira por la recompensa, sino quien se ha propuesto hacer el bien.»

Finalmente, resalta el arrepentimiento como nuestra salvación: «El arrepentimiento por las acciones vergonzosas es la salvación de la vida.»

Tampoco podríamos dejar de mencionar la idea de 𝗯𝗼𝗻𝗱𝗮𝗱 en Demócrito:

«Quien a nadie ama, me parece, que por nadie es amado.» 

La rivalidad tampoco es algo que entra en la ética democrítea, puesto que al hacerla, se descuida la propia conveniencia. Sobre la guerra entre familias, considera que es una ruina por ambos lados y en asuntos donde al prójimo le haya ido mal, considera lo siguiente:

«Quienes sienten alegría de las desgracias del prójimo no comprenden que las cosas del azar nos son comunes a todos, y carecen de la natural empatía.»

𝟰. 𝗟𝗮 𝗺𝗼𝗿𝗮𝗹 𝘀𝗼𝗰𝗶𝗮𝗹: 

Sobre la 𝗮𝗺𝗶𝘀𝘁𝗮𝗱, Demócrito es claro en decir: «No vale la pena vivir si no se tiene por lo menos un buen amigo.» En lo que respecta a la 𝗺𝘂𝗷𝗲𝗿 𝘆 𝗮𝗹 𝗺𝗮𝘁𝗿𝗶𝗺𝗼𝗻𝗶𝗼, parece conservar una postura similar a su época: «Que la mujer no se ejercite en argumentar pues eso es cosa terrible.» Sobre 𝘁𝗲𝗻𝗲𝗿 𝗵𝗶𝗷𝗼𝘀, menciona que tenerlos da lugar a muchos peligros, luchas, aflicciones y preocupaciones, que es mejor adoptar al hijo de un amigo, puesto que podemos elegir a uno que se ajuste a nuestros deseos.

Una expresión social de la euthyme (buen ánimo) se puede ver en su 𝗶𝗱𝗲𝗮𝗹 𝗽𝗼𝗹𝗶𝘁𝗶𝗰𝗼, en el cual resalta la ayuda mutua, la solidaridad y la concordia. Tal como se menciona en el fragmento DK 68 B 255:

«Cuando los poderosos tienen el coraje de tomar la iniciativa de favorecer a los que nada tienen y ayudarlos y ser gratos, en esto hay directamente piedad y no aislamiento, surge el compañerismo y la ayuda mutua e impera la concordia entre los ciudadanos, y se producen otros bienes que nadie podría enumerar.»

Este fragmento se ve más confirmado en el controvertido fragmento B 261:

«A los que sufren injusticia es necesario ayudarlos conforme a las propias fuerzas y no abandonarlos: esa es la conducta justa y buena, la contraria es injusta y mala.»

Bibliografía:

- Demócrito, Wikipedia.

- Fragmentos de Demócrito, de Carlos García Gual.

- Ética de Demócrito, José Antonio Russo.


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